Here in my mind...

You know you might find something that you, you thought you once knew... I'm free to be Whatever I choose

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Nombre: Is
Ubicación: Argentina

Si el mar fuera una enorme naranjada yo probaría media cucharada, pero como es de avena lo dejo allí en la arena, porque la sopa no me gusta nada. [M.E.Walsh]

miércoles, 30 de marzo de 2005

Es de Noche, Hace frio y Llueve

Cuando eramos chiquitos, indefectiblemente nos mandaban a la cama temprano y no eramos dueños de definir cuando (o me pasaba a mí al menos...). A medida que fuimos creciendo, comenzamos a ganar la noche, contra los adultos que insistían en que "lo natural es vivir de dia y dormir de noche".
Asi, nos quedamos charlando o simplemente frente a la tele y/o computadora hasta las 6 de la mañana y nos levantamos horas después del mediodía.
Los adultos nos dicen "la noche es peligrosa" y nosotros salimos a bailar recien después de la 1.

Sin embargo, fuera de las avenidas y todos esos lugares que atraen multitudes de jóvenes, en medio de los barrios, las calles de noche siguen medio desiertas y mucha gente de mi edad hace eco del "la noche es peligrosa, no andes por ahí sola, camina por el medio de la calle en vez de contra las paredes..." Como si en una calle solitaria, si deciden atacarme, no corriera el mismo riesgo por estar arriba o abajo del cordón (aun peor, puede aparecer un auto creyendo la calle vacia porque "es tarde" y luego... Picadillo de Isabel).

Y yo misma suelo tener miedos a la hora de andar de noche con solo un par de amigas por lugares desconocidos. Sin embargo, me encanta caminar de noche sola por una de esas calles abandonadas de gente de mi barrio. No se porque, no consigo temerles. Y es que aprovecho esas calles para abrir mis brazos, tirar mi cabeza hacia atrás (con los ojos cerrados) y respirar. Respirar! hondo y profundo, sintiendo el olor de la noche. porque la noche (como ese ratito antes de que llueva que huele a tierra humeda, a verde, a renovación, a vida...) tiene un olor tan mágico, pacífico, que después de entregarme a sentirlo la noche se llena de frescura, y no puedo sentirla dañina. Y no escribo todo esto por ser RE LOCA, que no le tengo miedo a la noche. Nop, simplemente para contar como amo oler la noche, sentirla rodeandome.

Tal vez debería empezar a darme más cuenta del mundo en que vivo. Tal vez pueda simplemente sumarme a la mayoría adulta y coherente, transmitiendo el mensaje de que "la noche es peligrosa" salvándola del gentio, y a escondidas aprovechar esos momentitos en que puedo deleitarme con ese olor a limpio, a paz, a silencio, a Noche y a Poesía.

miércoles, 23 de marzo de 2005

Coulda, Woulda, Shoulda...

Hoy tenía planeado ir a la facultad a cursar la primera clase de dos materias optativas, para terminar de decidir con cual quedarme, porque no estaba segura. Pero cuando se fue haciendo la hora de irme, cada vez tenía menos ganas de hacerlo. Y me agarró el típico diálogo conmigo misma de "¿Que hago? Anda, sabés que es lo que debes hacer. Sí, pero no tengo ganas, es taaaan al pedo pasar cuatro horas de mi tarde llendo a la facu cuando se que existe un 90% de probabilidades de que termine eligiendo Optimización, voy a la hora de esa y listo, me ahorro la mitad del tiempo. Pero no estás segura, entonces lo correcto es ir. Si, perooooo..."
Luego, inconcientemente a propósito, dejé pasar la hora y cuando miré nuevamente el reloj, ya debería estar lléndome. Y por supuesto, al pensar "y bueno, es tarde, ya fue" me agarró un ataque de culpa tremendo. Conclusión, deje de lado los diálogos internos, porque nunca me iba a decidir, me apuré y llegué 15 minutos tarde, pero fuí a las dos clases. Le hice caso a la culpa...

Pero mientras iba en el colectivo me puse a pensar que, con ejemplos diferentes, al menos una vez por día existe en mí esa batalla interna entre lo que debería hacer (y notar que no digo TENGO que hacer, digo DEBO, todo el tiempo estoy asignándole a las cosas calidad de obligaciones) y lo que en el fondo tengo ganas de estar haciendo. Y, como en los dibujitos animados, tengo un angelito en un hombro que me repite en tono de reproche que sea responsable, que me hace sentir culpable; y un diablito en el otro que me dice con tono de puchero "sí, pero no tengo gaaaanas".
Y si un día me doy el gusto, y mando todo al carajo y por ejemplo no estudio nada para el final que estoy preparando, esa sensación de culpa no me va a abandonar completamente en ningún momento. Y al día siguiente voy a tener el doble de ganas de no hacer nada tal vez porque justamente la sensación de culpa es el doble de grande.

Aqui es la parte en la que tendría que poner la conclusión a la que llegué, la moraleja, no se, el final de la historia. Pero, para ser honesta, no tengo idea de cual es la opción a seguir. Tal vez dependa del caso, tal vez de la persona. Yo, por mi parte, en general creo que elijo ser responsable. Quizas porque en el fondo quiero cumplirlas, o quizas simplemente porque la sensación de culpa de no hacerlo no me la sacudo nunca, y al final no disfruto tampoco de hacer lo que tenía tantas ganas. Pero muchas cosas las dejo para después, así que no se. Tal vez descubrir que es lo correcto dependa del momento, de lo que hicimos antes, de quien somos, y de quien queremos llegar a ser.

Pero la mayoría de las veces, solo desearía que existiera una tercera opción, en la que yo pudiera ahogar a esas vocecitas, matar de la forma más violenta a ese angelito y ese demonio en cada hombro y vivir tranquila en mi propia mente.


P/D: Al final, fuí a las dos materias, y sigo sin decidir con cual me quedo, snifff

viernes, 4 de marzo de 2005

Divague Literario

Leer por primera vez un buen libro es maravilloso. Descubrimos un mundo totalmente nuevo, emocionante, deseamos con toda que el futuro de ese personaje que sentimos que conocemos sea como queremos, nos conectamos. Podemos llegar a sentir que somos nosotros mismos los que lo vivimos por un rato, todas esas nuevas vidas. Podemos sentir tanto una frase hasta el punto de emocionarnos mas aún de como lo haríamos en la vida real.

Y sin embargo, hay pocas cosas tan hermosas como releer uno de nuestros libros favoritos, esos que ya sabemos que vamos a disfrutar de la poesía de las palabras, la ternura de las cosas. Y aun sabiendo que es lo que va a pasar (o tal vez gracias a ello) poder descubrir magia en los detalles, significado en una frase que antes pasamos por alto. O simplemente, vivir otra vez una historia que amamos, y crear un lazo aún mayor con esos personajes.

Un libro que me puede, que lo hizo toda la vida, es Mi planta de Naranja Lima. Puedo releerlo tantas veces, que sus páginas están completamente amarillas y dobladas por mis manos y mis lágrimas. Hace poco pense haberlo perdido (mi mamá lo prestó y se olvidó) y me dolió demasiado. Por más que puedan decirme que es un libro para chicos, siempre lo senti como un refugio, como demasiado tierno. Podría decir que nadie podría conocerme realmente sino leyó ese libro antes, y sintió la conección que existe entre esas palabras y quien soy yo. Porque ni yo misma sé que es lo que tiene que me emociona tanto, se que leo la prosa de Vasconcelos y en sólo unas lineas siento ese lazo conmigo misma.

De la misma forma, existen muchísimos libros que me dedico a releerlos una y otra vez (muchas veces prefiero releer un libro que me gusto a aventurarme con uno nuevo). Y no se asusten, no voy a ponerme a hacer una lista describiendo cada uno de ellos. Pero sí, de todos los caminos que podría elegir ahora para desviar mis pensamientos, elijo enfocarme en uno de ellos. Uno que no aprecie nunca demasiado hasta la última vez que lo releí (quisiera decir 4ta, pero no estoy segura). Y es que yo suelo meterme tanto en el mundo que un libro me presenta, en las emociones, que muchas veces me olvido de preguntarme cual es el mensaje que quiere dejarme. Pero sin embargo, me quedo muy muy grabado un párrafo de "El Principito". Todo el capítulo es en realidad increible (si les interesa http://www.franciscorobles.com.ar/libros/principito/pag21.htm), pero me llegó mucho esto:

-Hubiera sido mejor -dijo el zorro- que vinieras a la misma hora. Si vienes, por ejempló, a las cuatro de la tarde; desde las tres yo empezaría a ser dichoso. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto, descubriré así lo que vale la felicidad. Pero si tú vienes a cualquier hora, nunça sabré cuándo preparar mi corazón... Los ritos son necesarios

Y si bien mi psicologa me dijo la última vez que mi conección con Mi Planta de Naranja-Lima va más allá de lo que yo pueda haber llegado a describirle, uno no puede evitar intentarlo. Y creo que la razón por la que ese párrafo me llamó tanto la atención es que yo noto muchísimo que es cierto. Que todo el proceso de preparación (elegir que usar, maquillarse, mirar la hora cada dos minutos cuando el tiempo se acerca) puede parecer un simple "hay que hacerlo" pero es realmente importantísimo. Y que cuando se cancela un plan a último momento, lo que mas jode no es simplemente el quedarte sin hacer anda (si hay pocas cosas que disfrute tanto como estar tirada viendo la tele) sino que, yo por lo menos, necesito muchísimo ese preparar el corazón y lo pongo mucho en práctica.

Sentía que tenía demasiado para decir sobre eso, y ahora es como que todo parece demasiado obvio. Será porque a veces resulta difícil poner en palabras sensaciones, por mas que queramos compartirlas. Pero es lindo intentarlo, y es lindo descubrir la forma que tienen tantos otros para hacerlo, o por lo menos para hacer nacer nuevas emociones en nosotros. y, de una forma o de otra, releer un libro es una forma maravillosa de devolverle la vida, de redescubrir toda su riqueza, y todo lo que tiene para decirnos (al menos lo que tiene para decirle a ese yo que es uno en ese momento).