The Story of Sleeping Beauty
Lo que me encanta de los libros que me encantan es que no me dan sueño.
Para, para, no es que lo redacté mal, no. No es sólo que "como" me encantan, me engancho suficiente para meterme en la historia tanto que no me den sueño. Bueno, si un poco, obvio, pero también al revés.
Los libros que no me dan sueño me permiten seguir leyéndolos al menos un par de horas seguidas sin perderme en el camino, sin empezar a dormirme y leer sin leer, sin tener que volver a la realidad aunque sea por un instante y darme cuenta que existe el mundo afuera y que "eso" es solo una historia. Entonces, me permiten ir metiéndome más y más profundo, involucrándome más y por lo tanto, llegándome más. Haciendome sentir más cosas, y definitivamente sintiéndolas más fuerte, digamos. Y así es como son esos libros, sean respetables como Millennium o ni un poquito como Twilight, sean dramáticos (ie: llorosos) como los de Vasconcelos, medio románticos como El pajaro canta hasta morir o los de Isabel Allende, o policiales como los primeros de Bones, y por supuesto no podemos olvidar el gran gran Harry Potter, me hacen morir de ganas de seguir leyendo, del "sólo un capítulo más" durante páginas y páginas.
Y es también lo que hace que finalmente los vuelva a leer una y otra vez. Volver a involucrarme tanto, vovler a leer un libro que se que no me va a hacer dormirme sino todo lo cotnrario. Sip, el que no me den sueño es consecuencia, pero también es causa. Y las dos cosas están buenas (aún para mí que siempre estoy buscando que me expliquen como hacer para dormirse :D)
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