Zapatilla de Goma, el que no se escondió, se embroma! (Punto y Coma)
De chiquita, y como todos los chicos, amaba Las Escondidas. Amaba esa sensación de espectativa, mientras esperás que te encuentren, esa alegría intoxicante cuando estás convencido que tu escondite es perfecto, y que nunca te encontrarán. Tanto que tenés ganas de gritar ¡Miren que buen escondite! y arruinarlo. De adrenalina cuando la persona que busca está cerca tuyo, o cuando vas corriendo hacia la meta.
Con el tiempo fuí descubriendo que en realidad, me parecía una mierda. Las esperas eran monótonas, correr cuando me encontraran daba fiaca, y la mayoría de los escondites eran taaan obvios, que aquel que buscaba te iba a ver sin siquiera intentarlo, y los dos o tres buenos los tenía re ubicados, y solo era cuestión de buscarte alli y listo.
Basándome en esa idea es que desde hace años impuse una regla a Sofi: "Isabel juega a cualquier cosa, MENOS Las Escondidas". Lo cual es mentira porque muchas muchas veces estoy ocupada y no juego a nada, pero la idea era (como terminó sucediendo) que con el tiempo dejara siquiera de pedirme jugar a las escondidas.
Sin embargo, hace un par de semanas, cuando estábamos en la sala de espera del juzgado tratando de pensar en ¿a que jugar? (ya habiamos dibujado tantas cosas!!!) fui yo misma la que le propuse jugar a Las Escondidas. Y, para mi sorpresa, encontré que me estaba divirtiendo. Claro, no estaba enfoncándome en entretenerme yo, sino a ella, dejándola ganar. Y de repente noté muchos chicos nos miraban con envidia, con ganas de jugar, (y de tener esa tranquilidad que tenía Sofi en ese momento a pesar de tener que entrar a hablar con La Jueza en unos minutos) y que yo misma lo estaba disfrutando.
Tal vez fuera por la situación especial, tal vez por el tiempo que hacía que no jugaba, tal vez simplemente mi opinión este equivocada y no sea un juego tan malo después de todo. De cualquier manera, la regla no cambia!
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